13 de junio de 2012

Tiempos de crisis y un corazón agradecido.

Hay tanto en mi mente para decir... y mucho más en mi corazón, que a veces las palabras no pueden expresarlo pues limitarían el mensaje. Este ha sido un año muy hermoso lleno de muchas oportunidades y bendiciones de parte de Dios. Si pudiera describir esta mitad del año con una palabra, diría: AGRADECIMIENTO, pues mi corazón no deja de estar agradecido por tanta bondad, por tantos privilegios, regalos, amigos, familia, personas extrañas que se vuelven importantes, lugares, pláticas, por la escuela y mis compañeros, por mis maestros y las pruebas, por el reto de encarnar La Palabra con humildad y esfuerzo, por el crecimiento en cada área, por el movimiento, la música, el ministerio, y sobre todo por Él mismo revelándose por gracia.

Pronto comienza una segunda parte de este año (parece ser que donde me he ido formando separamos la vida por semestres), y no solo eso, sino que inicio también la etapa profesional de la carrera y un año es lo acordado para terminar, en cierto sentido, mi rol de estudiante. Emocionada (una mezcla de miedo y alegría, si es posible) y totalmente agradecida por Su fidelidad y por Su llamado.

Cada etapa es un tiempo de crisis, así lo he ido aprendiendo en la carrera (para los que me leen apenas, estudio la Licenciatura en Psicología) y sin duda este tiempo lo es, pues mis convicciones no solo son desafiadas sino reafirmadas, vendas de mis ojos son quitadas a la luz de La Palabra y la realidad es más palpable a cada instante. No puedo callar, no puedo limitar mi relación con Dios a lo intelectual o a lo íntimo. Esa intimidad y conocimiento de Él deben ser reflejados en mi actitud hacia el mundo y en mis acciones en medio de una sociedad que vive en dolor constante, donde la misma enfermedad se presenta en síntomas diversos. 

Un miedo hacia el futuro de repente inunda mi ser con dudas, que provocan ansiedad y temor pero estoy aprendiendo a confiar también aquí y ahora, en Él y en Sus promesas que no fallan. Estoy segura en Sus brazos y es mi mayor deseo y anhelo hacer Su voluntad. Por eso confío, pues no se trata de mí, todo se trata de Él. Este tiempo, lo que hago y el lugar en el que estoy, tal como fui creada, es una oportunidad para mostrar el amor de Dios a un mundo que sufre. 



"Nuestra manera de actuar manifiesta lo que creemos, no lo que sabemos." 
Desconozco el autor.