23 de febrero de 2017

El perdón es...

"Es verdad que ustedes pensaron hacerme mal,
pero Dios transformó ese mal en bien
para lograr lo que hoy estamos viendo:
salvar la vida de mucha gente."
-Génesis 50:20

Mi corazón de nuevo está herido. Otra vez casi en el mismo lugar y otra vez busca sus propios remedios. Pero la cicatriz anterior, de la herida que ya sanó, me recuerda el bálsamo del perdón. El perdón que se siente al principio amargo, que arde, que parece injusto. Sí, como misericordia injusta. Pero no es así.
El perdón es llanto, es sentir perder el control por un momento.
El perdón es obediencia al Padre.
El perdón es un puño cerrado con fuerza, que se libera en una mano extendida, que permite ver los dedos y deja correr la sangre.
El perdón es estar de pie frente a quien se arrojó al suelo, agacharse para levantarlo y decirle: "no tengas miedo".
El perdón es hacerse la pregunta correcta, que si acaso uno mismo es Dios.
El perdón es no idear castigos, pues son en vano.
El perdón es reconocer que el corazón está herido, es sentir el dolor del rechazo y aceptar que Dios dispuso todo para bien.
El perdón es creer y caminar en fe de que hay un para qué del dolor.
El perdón es crecer, es madurez.
El perdón es agradecer el lugar donde Dios nos puso.
El perdón es seguir adelante con la propia vocación.
El perdón es buscar Su Reino y Su justicia.
El perdón es reconciliación en tierra extranjera.
El perdón es pensar en las almas perdidas.
El perdón es el reflejo del Ser que dio su vida.