29 de julio de 2012

El engaño del corazón.

Un buen amigo me dijo: "En lugar de presumir tu relación con Dios y esforzarte por ser una persona que socialmente es "súper cristiana", comienza a vivir una vida que agrade a Dios y que eso sea una realidad para ti." Esto me cayó como un balde de agua fría, de esa que incluso cuando hace calor es incómoda; y para crecimiento espiritual que acompaña a mi proceso actual, fue una excelente confrontación. Me quedé pensando en todo lo que hago "para agradar a Dios" e hice una introspección. Vi un corazón orgulloso. 

El ser humano siempre quiere sobresalir, ser bueno en algo, es parte de la estima propia y de desarrollar un potencial, trascender, o cualquier término que se le parezca. Pero, ¿Cuáles son las intenciones del corazón?, ¿Cuál es su motivación?, ¿Qué es el corazón?. Uno de los sinónimos que se le ha dado es el alma o la psique, que ahora se ha ampliado y reorientado el concepto, pues en la historia de la psicología, estudiar el alma conllevaba limitaciones porque era algo intangible y que no se podía medir. Este es tan solo uno de los límites del ser humano para comprenderse a sí mismo en totalidad pues, ¿quién puede entender el corazón sino solo Dios?. Podemos comprender conductas y desarrollar teorías, pero el ser humano nunca dejará de ser complejo para nosotros. Nuestra relación con Cristo, menciona John White en su libro Atrévete a ser santo, tiene que ver con la totalidad de nuestro ser: con el cuerpo, la mente y el espíritu, con el intelecto, la voluntad y las emociones. En una palabra, con todo lo que nos hace humanos y esto se describe como el corazón. Me gustaría mantener presente este concepto durante los siguientes párrafos.



Caminando hacia la escuela y conversando conmigo misma me pregunté un día: ¿Cómo puedo relacionar todo lo que he aprendido del ser humano hasta este semestre, con lo que he aprendido de Jesús y lo que él dice de mí y del ser humano, si en su mayoría, lo que la psicología dice va en contra o es totalmente distinto a lo que la Palabra dice? Tuve un insight (me cayó el 20) y llegué a la conclusión de que conozco en gran parte ambos puntos de vista sobre el ser humano. Es decir, cómo el ser humano se ve a sí mismo y a sus semejantes y cómo Dios, quien lo ha creado, lo ve. Cómo el ser humano busca absurdamente un propósito e incluso, utiliza a Dios o a la Biblia como un recurso más para él y, cómo Dios da un propósito utilizando todo lo demás como añadidura, centrándose inicialmente en Él como Señor y como el mayor tesoro. Entonces pensé en todas mis clases y entendí que el mayor deseo del hombre es querer controlarse a sí mismo, tener el mayor poder posible de reinar sobre sí y sobre el corazón. Es por eso que la búsqueda de lo espiritual se ha distorsionado.

Jeremías capítulos 16 y 17, hablan del comportamiento del ser humano. Hay dos tipos de personas: aquél que sigue la terquedad de su corazón, aquél que confía en sí mismo, en su propia fuerza apartando su corazón del Señor y aquél que confía en el Señor y pone su confianza en Él. Éste último es como árbol plantado junto al agua, no teme que llegue el calor, sus hojas están siempre verdes, en época de sequía no se angustia, y nunca deja de dar fruto. Estos pasajes son de juicio para el pueblo de Israel que se había alejado de Dios y no  solo comenzó a adorar a otros dioses, sino que prácticamente comenzaron a ser sus propios dioses al seguir la terquedad de su corazón, confiando en el hombre y en sus propias fuerzas. 

White dice en su libro que disfrutar de recibir elogios o querer que nos feliciten no es necesariamente orgullo. Por ejemplo, querer agradar a Dios y disfrutar de su aprobación no es algo negativo. Pero cuando buscamos la adoración de otros a través de elogios, para aumentar nuestro ego, entonces estamos tomando una actitud de orgullo y superioridad, deseando recibir lo que le corresponde a Dios. Al hacer la introspección pensé en aquellas veces que hago obras, aún las más sencillas, simples y cotidianas, para gloriarme o por vanidad olvidándome así de la gracia. Pero lo que Dios me ha dado y donde me ha puesto, es para darle la gloria a Él, maravillarme de Él y no de mí.

Creo que debe ser una constante dejar que Dios sondeé el corazón. Presumir de una relación perfecta con Dios es vanidad, pues aún que tenga yo hábitos y estructuras, eso nunca se podrá comparar con Su gracia, amor, y su obra en la cruz. A veces lo que digo o hago, quiero que sea para bendición a otros pero, muy en el fondo existe este deseo de superioridad y de que me vean a mí, o que al ver a Dios en mí sea por mí y no por él. Tomo una actitud fariseísta como aquellos que querían apedrear a la mujer sorprendida en adulterio (Juan 8),  y Jesús responde: "Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra", mientras escribe en el suelo señalando como en Jeremías 17:13, que el que se aparta de Él quedará como algo escrito en el suelo porque abandonó al Señor, al manantial de aguas vivas. Lo hermoso de esto es que Él sigue siendo ese manantial y nos invita a permanecer plantados junto a sus aguas (Jeremías 17: 8). Extendamos nuestras raíces hacia Él, dependamos de Él y dejemos que siga examinando nuestro corazón día con día para no olvidar que Él es nuestra esperanza.

2 comentarios:

Alejandra Ortiz dijo...

Aparte de desafiar mi propia vida y mis motivaciones, este texto me deja muy agradecida con Dios por tu vida. No puedo más que alabar a Dios porque te permite relacionar tu fe con tu profesión y porque con ello podemos ver una expresión de su Señorío en todo asunto de este universo creado por él. Te quiero amiga y es un privilegio caminar juntas este Camino.

Alejandra Ortiz dijo...

Aparte de desafiar mi propia vida y mis motivaciones, este texto me deja muy agradecida con Dios por tu vida. No puedo más que alabar a Dios porque te permite relacionar tu fe con tu profesión y porque con ello podemos ver una expresión de su Señorío en todo asunto de este universo creado por él. Te quiero amiga y es un privilegio caminar juntas este Camino.